BIENVENIDA LA MINGA INDÍGENA A LA CAPITAL!
UNIFICAR SU LUCHA CON LA DE TODO EL PUEBLO!
Los obreros, junto con sus familias, componen la inmensa mayoría de la población colombiana, y sobre todo de su capital Bogotá. Pero su vida es el sufrimiento diario de vender por un mísero salario toda su fuerza de trabajo para incrementar el capital, propiedad privada de unas cuantas familias de holgazanes. Por eso, sus sentimientos son de admiración, entusiasmo y bienvenida a la Mínga de los Indígenas, integrantes de los pobres del campo, y como tales, aliados suyos y también hermanos de clase.
Los comunistas revolucionarios, parte conciente del movimiento obrero, nos unimos y compartimos esos sentimientos, porque vemos que las exigencias de los pueblos indígenas, en esencia hacen parte de las comunes reivindicaciones inmediatas de todo el pueblo colombiano: contra el terrorismo de Estado; contra el despojo violento y el engaño a los pobres del campo, por la condonación de sus deudas hipotecarias y el retorno de la tierra a los desplazados; contra la privatización de las empresas estatales y de servicios públicos; por alza general de salarios, empleo, contratación colectiva directa, derecho de organización, movilización y huelga... Porque entendemos que la manera como vienen luchando los indígenas por sus exigencias, se corresponde a la tendencia que lleva la lucha del pueblo colombiano: movilización directa de las masas, no con intermediarios politiqueros, no con ilusiones parlamentarias, no con focos armados separados del pensar y el hacer de los trabajadores.
Por eso, llamamos a los pueblos indígenas, a los campesinos y desplazados, a los obreros y desempleados, a los estudiantes y demás gente humilde del pueblo, a comprender que las contradicciones de la sociedad colombiana entre explotados y explotadores, entre oprimidos y opresores, se han vuelto tan antagónicas, que ya la lucha de cada clase y de cada sector por separado y por su lado, es insuficiente para obtener solución a sus justas reclamaciones. Hoy es obligadamente necesario que todo el pueblo colombiano se una y luche a la vez, por una misma plataforma, haciendo realidad la gran consigna agitada recientemente en Cali por indígenas y proletarios: ¡Un Solo Pueblo, Una Sola Lucha!
Una plataforma común que se conquistará si el pueblo transforma el gran conflicto social que crece cada día más en una poderosa Huelga Política de Masas organizada por todo el país, donde los pobres de la ciudad y del campo confronten al Estado representante y defensor de los intereses de los enemigos del pueblo, es decir, enfrenten directamente al régimen de Uribe cabeza actual del Estado reaccionario, exigiéndole unas mismas y comunes reivindicaciones, mediante la movilización directa y la huelga en todas las fábricas y ramas de la producción, en todas las ciudades, pueblos, fincas y veredas.
Debemos también manifestarle a los compañeros indígenas, que ese triunfo sería apenas un resuello en la insoportable situación del pueblo, pues la causa de todos sus males está más allá del régimen y de unas reformas. En Colombia tanto en la ciudad como en el campo, el obstáculo que impide el progreso social es el sistema capitalista, cuyas relaciones económicas son de esclavitud asalariada y sus relaciones políticas son de dictadura sobre el pueblo por parte de los explotadores capitalistas (tanto los del país como sus socios imperialistas). De allí manan los sufrimientos de los pobres de la ciudad y del campo, sufrimientos que no se pueden remediar con simples reformas parlamentarias, ni cambiando al presidente paraco, ni evitando el TLC, ni con un “acuerdo humanitario” entre los enemigos armados del pueblo.
Es el caso de los pueblos indígenas, cuyas justas exigencias por la devolución de sus tierras usurpadas, contra su desplazamiento forzado, contra el terrorismo estatal, por la defensa de la naturaleza, por el respeto a su cultura y el ejercicio de sus derechos fundamentales, se proponen apenas un respiro en su angustiosa situación, pero todavía no resuelven su situación de explotados y oprimidos, pues la penetración del capitalismo en el campo descompuso y diferenció al campesinado entre obreros agrícolas y patronos, tal como nos lo muestra en vivo y en directo la guerra actual contra el pueblo, que ha acelerado en forma violenta esa descomposición enviando a casi 4 millones de desplazados a las filas del proletariado activo o desempleado.
En tal sentido, el problema principal del campo colombiano hoy, ya no es la tenencia feudal de la tierra, sino su explotación asalariada capitalista, cuya solución entonces, no es la distribución en propiedad privada de la tierra para quien la trabaja, sino la supresión de la explotación del hombre por el hombre, nacionalizando toda la tierra, expropiando y confiscando sin indemnización la tierra de los burgueses, terratenientes e imperialistas, para construir poderosas granjas de agricultura socialista; dejando en estricto usufructo la tierra de los campesinos medios (pequeña burguesía agraria) y de los campesinos pobres (semiproletarios); y en determinados casos, entregando en posesión de una parte de la tierra confiscada.
Así las cosas, el capitalismo ya no resuelve nada en Colombia, sino que todo lo empeora porque es un sistema depredador de hombres y destructor de la naturaleza. Solamente el socialismo puede dar solución a los problemas del pueblo y salvar la naturaleza. Contrario a la satanización que la burguesía ha hecho del socialismo, éste es un sistema mil veces más favorable para toda la sociedad, incluso para los pequeños y medianos propietarios del campo a quienes el proletariado les prestará ayuda material inmediata, estimulando con el ejemplo y la ayuda socialista a los campesinos revolucionarios, para que puedan avanzar al trabajo colectivo de la tierra, y a la gran agricultura socialista.
Tampoco el Estado o el poder político de la burguesía, los terratenientes y los imperialistas, tiene remedio como lo pregonan los politiqueros del Polo; sólo queda destruirlo. El gobierno de los capitalistas así se vista de amarillo, jamás emancipará a los pueblos indígenas; su igualdad de derechos, respecto a todo el pueblo colombiano sólo la puede garantizar un nuevo gobierno de obreros y campesinos, el cual no se conquista en la farsa electoral burguesa, sino con la Revolución Socialista por el camino de una verdadera guerra del pueblo como forma superior de la lucha política de las masas, que hoy se libra bajo la forma no armada de la Huelga Política, pero que a largo plazo su desarrollo más probable en Colombia será como una gran insurrección que alcanzará todo el país y tendrá como centro las principales ciudades.
Camaradas y compañeros indígenas: si sus exigencias inmediatas más que justas se pueden conquistar juntando su lucha a la de los demás obreros y campesinos para arrebatarlas con la fuerza de la huelga al Estado de la burguesía; su emancipación definitiva, política y económica, también se podrá conquistar con la alianza obrero campesina, principal fuerza social en Colombia que si es dirigida por un verdadero partido comunista del proletariado, será capaz de doblegar el poder del capital, derrocar el Estado de los explotadores y construir el nuevo Estado de los obreros y campesinos: la Dictadura del Proletariado. Bien y claro lo ha dicho nuestro programa: La Revolución Socialista Es La Única Solución En Colombia Para Lograr Que Las Masas Trabajadoras De Obreros Y Campesinos, –Quienes Lo Producen Todo– Sean Quienes Lo Gobiernen Todo
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