El P”C”E pretende ahora distanciarse distraídamente y de puntillas sobre el hecho de que fue un importante pilar en la aprobación, defensa y legitimación de la Constitución Española postfranquista .
El P”C”E tras nada más y nada menos que 30 años de apoyo a la Constitución Española postfranquista capitalista-imperialista y monárquica, que entre otras muchas cosas significaba también la renuncia total a hacer la más mínima depuración de los aparatos estatales de cuarenta años de fascismo, pretende ahora distanciarse de ésta pasando distraídamente de puntillas sobre el hecho de que fue un importante pilar en su aprobación, defensa y legitimación.
Balbuceando un nada creíble yo no sabía, nos han engañado y sin hacer autocrítica digna de tal nombre, quiere ahora hacernos creer a quienes aún vivimos en el Reino de España que va abanderar un movimiento republicano constituyente y anticapitalista. Si no hay autocrítica ideológica y política alguna, si no se define línea táctica y estratégica distinta a la ya conocida y mantenida durante décadas, no hay la menor razón para pensar que todo esto no es más que hueca palabrería, la enésima maniobra para extraviar , confundir y encauzar a la clase obrera tratando de alejarla de todo aquello que suponga la elevación de su consciencia y organización de clase, enfrentamiento contra el estado capitalista y comprensión de la necesidad de conquistar de modo revolucionario el poder político.
Lo que queda de esta organización carece de credibilidad y está profundamente desprestigiada ante las clases trabajadoras y obreras del estado español y sobre todo ante sus sectores ideológica y políticamente más conscientes y combativos, es decir incapacitada para ser vanguardia de nada.
Llegan muy muy tarde, tardísimo; quizás, tan solo quizás, la “vía” republicana pudiera haber tenido algún sentido hace treinta años como idea de enganche y movilización para alcanzar objetivos más favorables para las capas populares del estado español, sin embargo hoy no es más que un ejercicio de nostalgia que tiene que ver con un pasado idealizado y sobre todo con la defensa de posiciones políticas e ideológicas oportunistas que pretenden ocultar que la resolución de los problemas del proletariado y de las capas populares sólo puede venir de la toma del poder político por el mismo proletariado, conquistando y desarrollando su Estado mediante revoluciones socialistas.
En realidad lo que ahora defienden (o al menos eso dicen) los revisionistas peceros no difiere tanto de lo que otros destacamentos comunistas vienen defendiendo desde hace tiempo, eso sí, con al menos una trayectoria bastante más coherente con la que no cuentan los miembros de la mencionada estructura y con diferencias de formas. No nos corresponde a los comunistas vascos tomar decisiones sobre cual debe ser la táctica y la estrategia fuera de nuestro país, pero siendo el proletariado una clase internacional sería una dejación de nuestras responsabilidades no analizar, y en consecuencia no pronunciarnos sobre aspectos fundamentales que atañen a la línea general de la Revolución Proletaria Mundial. Más aún cuando existe una opresión común de clase por un mismo estado, y lazos económicos, sociales, históricos, etc., entre nuestro pueblo y el resto de los pueblos oprimidos por el Estado español.
¿Una III República no sería tan burguesa e imperialista como la francesa o la italiana? La República sería un avance meramente simbólico pero carente de contenido real en cuanto a sus consecuencias para la clase obrera y el resto de clases explotadas y oprimidas .
El capital monopolista español puede prescindir de la monarquía si sus intereses así lo requieren, y maniobrar hacia un escenario republicano porque sabe que esto no altera su posición de clase y que podrá seguir explotando a la clase obrera lleve el jefe del estado corona o no. Los explotados y oprimidos debemos luchar por la Revolución Socialista y el Comunismo. No estamos en 1848 sino en la Europa y en el mundo del capital monopolista, del Imperialismo en una fase hiperdesarrollada, donde se han creado contradicciones económicas, políticas y ecológicas de gigantescas proporciones insolubles dentro de este sistema y, ante esta realidad muchas de las fuerzas de la llamada izquierda radical entre las que incluyo la mayoría de las que se autodenominan comunistas ponen su énfasis en ofrecernos un modelo republicano.
La democracia burguesa por más republicana que ésta pueda ser, nada puede ofrecer para resolver los problemas de las masas populares o la devastación del planeta que nos sustenta; el dilema no está en elegir entre monarquía o República, ni siquiera, como algunos a buen seguro estarán ya pensando en responder, a modo de paso táctico, si no entre capitalismo-imperialismo o Socialismo; hay que insistir no estamos ni en 1830, ni en 1848, ni siquiera en 1931. Basta ya de mitificar la II República española, reconozcamos que fue un cierto avance con respecto a lo que había anteriormente, honremos a aquellos que heroicamente se batieron contra el fascismo y la reacción, a los asesinados, a los represaliados, pero reconozcamos que estuvo muy lejos de poder satisfacer las necesidades de las grandes masas oprimidas y explotadas, ni fue el instrumento adecuado para avanzar hacia el Socialismo y el Comunismo.
Los comunistas debemos esforzarnos en desarrollar las condiciones subjetivas de la Revolución, es decir la consciencia revolucionaria, los factores ideológico-organizativos que hagan posibles nuevas victorias del proletariado en un nuevo ciclo revolucionario internacional. Las condiciones objetivas están presentes y lo seguirán estando en el futuro, no sólo en el Tercer Mundo, si no también en Europa, EE.UU. y en los demás estados imperialistas .
El ejemplo que vemos estos días, de explosión espontánea de justa ira popular en Grecia, con un Pueblo Trabajador cansado de explotación, desempleo, precariedad, asesinatos y violencia policiales, corrupción y mentiras, etc., nos muestra en primer lugar la esencia misma del sistema pero también los límites de orden ideológico y organizativo que afectan al proletariado internacional.Euskal Herria marco nacional autónomo de la lucha de clases: Independentzia ta Sozialismoa.Si queremos aprender algo de nuestras experiencias históricas de clase, recordemos también que la II República española no abordó de un modo revolucionario la cuestión de las colonias y de las naciones oprimidas. Así, manteniendo su política colonial sobre Marruecos facilitó la consolidación de una tendencia imperialista fascista en el ejército español y en la oligarquía española que fue decisiva para lanzar el golpe y la ofensiva contra las organizaciones de la clase obrera y del campesinado pobre y contra la propia República.
Hoy el estado español redobla sus esfuerzos para imponer su dominio sobre Hego Euskal Herria, -que no es una colonia pero si una nación oprimida por dos estados capitalistas-imperialistas-, y los obsesivos esfuerzos de la burguesía monopolista española (con sus aliados en la burguesía vasca) por aplastar al amplio movimiento de izquierda abertzale e independentista, no hacen si no reforzar todas las tendencias políticas y sociales más reaccionarias especialmente fuera de Euskal Herria. Las dosis ingentes de chovinismo granespañol, disimulado o no, que a todas horas se intenta inocular desde los aparatos de la burguesía monopolista tienen un claro efecto deformante y adormecedor sobre la conciencia de clase de la mayoría de los trabajadores del estado español.
Luchar por el Socialismo en el estado español conlleva forzosamente defender con firmeza el Derecho de Autodeterminación de los Pueblos, sin ningún tipo de excusa para no hacerlo así y, entender que existen marcos autónomos de lucha de clases que se corresponden con las diferentes naciones existentes en el estado español, y que esta realidad tiene su consecuente reflejo en cuanto a las expresiones organizativas del Pueblo Trabajador y de la clase obrera en particular.
Especial importancia tiene esta cuestión cuando los comunistas nos referimos al ámbito territorial de la organización del Partido. Es sin prejuicios estériles, ni otros dogmáticos apriorismos revestidos de supuesto “internacionalismo” o según sea el caso de “cosmopolitismo”, como podemos luchar más eficazmente contra el aparato de poder y explotación de la burguesía monopolista cuya materialización efectiva toma forma en estado capitalista imperialista español.¿Qué tiene de malo romper España? Nada, absolutamente nada, es más tiene mucho de bueno si esta ruptura es fruto de luchas de Liberación Nacional encabezadas por la clase obrera y con un contenido socialista. Debilitar el estado imperialista español debe ser el objetivo de cualquiera que afirme defender el Socialismo y/o el Comunismo. Se trata de aprovechar las debilidades objetivas de los imperialistas para destruir su aparato de dominación de clase (en el caso que nos ocupa también de opresión nacional) y, a estas alturas queda fuera de dudas que el eslabón más débil del estado es Hego Euskal Herria .En este sentido, uno de los problemas con que se encuentran los estados capitalistas europeos (y el estado español de manera particularmente aguda) en su intento de hacer de la UE una potencia imperialista consolidada, es el de la organización territorial. No obstante, es cierto que la existencia de naciones diferentes dentro de una misma estructura estatal no tiene por que implicar que siempre la mejor opción pase necesariamente por constituirse cada una de ellas en estado independiente. Por ejemplo, durante las dos últimas décadas en Europa oriental han surgido estados que responden a otro tipo de procesos con claves muy diferentes al que aquí se está tratando, que desde una perspectiva revolucionaria de clase son como poco discutibles y cuyos resultados tienen poco o nada de liberadores. En general los análisis que se han hecho de estos procesos carecen de un enfoque dialéctico materialista e incurren en la consideración dogmática y unilateral de sus causas, tanto por parte de aquellos que han defendido la unidad a toda costa de los estados revisionistas, como de aquellos que invariablemente muestran su entusiasmo ante cualquier bandera independentista anteponiéndolo a todo el resto de necesarias consideraciones. No es el objetivo de este artículo desarrollar el análisis sobre esa importante cuestión, pero sí indicar que los movimientos nacionales tienen una base material, y que estos y sus objetivos están siempre dialécticamente atravesados por el contexto que genera la lucha de clases y forman parte indisoluble de ésta.
Volviendo a Euskal Herria y a las circunstancias que envuelven nuestra lucha de liberación nacional y social, tampoco tendría nada de malo que en un futuro el ejercicio de Autodeterminación tuviera como resultado en un momento dado la decisión de compartir un mismo Estado Socialista entre Euskal Herria y otros pueblos. Esta posible decisión, bajo ésas condiciones sería una decisión libre y consciente tomada por los distintos pueblos, alejada de cualquier intención de dominio de una nación sobre otra y, fundamentada en objetivos revolucionarios cualitativamente opuestos a aquellos que en las sociedades de clases, basadas en la explotación y en la fuerza bruta al servicio de ésta dan origen a la opresión de unas naciones sobre otras.
El comunismo revolucionario vasco viene defendiendo la constitución de un Estado Socialista Vasco independiente. Planteamientos más unitaristas podrían quizás haber encontrado su lugar en el pasado, pero principalmente la actitud que las organizaciones comunistas y obreras de ámbito estatal español, casi sin excepción, han mantenido en cuanto a la Cuestión Nacional, más cercanas a “su” burguesía de gran nación que a entender y respetar las características nacionales del pueblo vasco y su lucha, ha hecho que en la actualidad y desde hace largo tiempo ya, sea poco realista y poco eficaz plantear y organizar la lucha de clases en base a planteamientos estatales españoles, ya que esto supone retardar cuando no ignorar luchas con contenidos y expresiones de carácter anticapitalista-imperialista ya iniciadas, en supuesto beneficio de otras que están en niveles de desarrollo visiblemente menor o que incluso aún no se han iniciado.
La confluencia y la unidad en la lucha del proletariado internacional son sin duda muy necesarias y deben buscar constantemente ámbitos y estructuras organizativas comunes, pero éstas no pasan necesariamente siempre por militar en estructuras organizativas de ámbito estatal, ya que esto supone en bastantes ocasiones plantear una mal entendida “unidad” de la clase obrera desde la abstracción dogmática, al margen y escindida de las condiciones reales concretas de existencia de las colectividades humanas y de la lucha de clases inherente a ellas: factores económicos, políticos, culturales (psicológicos, idioma…) ,históricas, etc. Este tipo de“unidad” en nada sirve para fortalecer la lucha por el Socialismo, si no que al contrario sirven para obstaculizar el desarrollo de ésta, y de hecho éste problema no sólo forma parte del pasado si no que se encuentra aún sin ser resuelto. Es necesario superar esa separación metafísica entre conciencia de clase y conciencia nacional. Si, desde un punto de vista marxista, consideramos a la nación como un fenómeno histórico y material, como un conjunto de condiciones de producción, también debemos considerar que la conciencia nacional es un componente indisoluble de la conciencia de clase, y no algo distinto y ajeno a ella. Creemos que en las organizaciones de ámbito estatal que afirman ser comunistas ésta cuestión está siendo incorrectamente analizada, lo mismo que falta una autocrítica seria al respecto sobre los planteamientos defendidos y consecuentemente de los resultados prácticos a que han dado lugar en los últimos treinta o cuarenta últimos años. Por razones como las expuestas, el comunismo revolucionario vasco considera que su mejor aportación para nuestro Pueblo y para impulsar la Revolución Proletaria Mundial requiere organizar el Partido Comunista de Euskal Herria. Podemos recordar la esclarecedora respuesta que dio Lenin al trotskista ucraniano Piatakov que afirmaba que el Derecho de Autodeterminación era un “lema burgués”: “Nos dicen que Rusia será divida, que se deshará en repúblicas separadas, pero no hay razón para que ello nos asuste. Por muchas repúblicas independientes que haya, no nos asustaremos; lo que es importante para nosotros no es por donde pase la frontera del Estado, sino que la unión de los trabajadores de todas las naciones se conserve para la lucha contra la burguesía de cualquier nación”. Si como nos enseñó Lenin lo fundamental es que la clase obrera esté unida en sus objetivos revolucionarios, ¿por que empeñarse en la desgastada idea de que el único marco válido para la lucha de clases tiene que ajustarse obligatoriamente al de los estados capitalistas existentes, manteniendo estrategias que tan poco éxito han tenido?
El P”C”E tras nada más y nada menos que 30 años de apoyo a la Constitución Española postfranquista capitalista-imperialista y monárquica, que entre otras muchas cosas significaba también la renuncia total a hacer la más mínima depuración de los aparatos estatales de cuarenta años de fascismo, pretende ahora distanciarse de ésta pasando distraídamente de puntillas sobre el hecho de que fue un importante pilar en su aprobación, defensa y legitimación.
Balbuceando un nada creíble yo no sabía, nos han engañado y sin hacer autocrítica digna de tal nombre, quiere ahora hacernos creer a quienes aún vivimos en el Reino de España que va abanderar un movimiento republicano constituyente y anticapitalista. Si no hay autocrítica ideológica y política alguna, si no se define línea táctica y estratégica distinta a la ya conocida y mantenida durante décadas, no hay la menor razón para pensar que todo esto no es más que hueca palabrería, la enésima maniobra para extraviar , confundir y encauzar a la clase obrera tratando de alejarla de todo aquello que suponga la elevación de su consciencia y organización de clase, enfrentamiento contra el estado capitalista y comprensión de la necesidad de conquistar de modo revolucionario el poder político.
Lo que queda de esta organización carece de credibilidad y está profundamente desprestigiada ante las clases trabajadoras y obreras del estado español y sobre todo ante sus sectores ideológica y políticamente más conscientes y combativos, es decir incapacitada para ser vanguardia de nada.
Llegan muy muy tarde, tardísimo; quizás, tan solo quizás, la “vía” republicana pudiera haber tenido algún sentido hace treinta años como idea de enganche y movilización para alcanzar objetivos más favorables para las capas populares del estado español, sin embargo hoy no es más que un ejercicio de nostalgia que tiene que ver con un pasado idealizado y sobre todo con la defensa de posiciones políticas e ideológicas oportunistas que pretenden ocultar que la resolución de los problemas del proletariado y de las capas populares sólo puede venir de la toma del poder político por el mismo proletariado, conquistando y desarrollando su Estado mediante revoluciones socialistas.
En realidad lo que ahora defienden (o al menos eso dicen) los revisionistas peceros no difiere tanto de lo que otros destacamentos comunistas vienen defendiendo desde hace tiempo, eso sí, con al menos una trayectoria bastante más coherente con la que no cuentan los miembros de la mencionada estructura y con diferencias de formas. No nos corresponde a los comunistas vascos tomar decisiones sobre cual debe ser la táctica y la estrategia fuera de nuestro país, pero siendo el proletariado una clase internacional sería una dejación de nuestras responsabilidades no analizar, y en consecuencia no pronunciarnos sobre aspectos fundamentales que atañen a la línea general de la Revolución Proletaria Mundial. Más aún cuando existe una opresión común de clase por un mismo estado, y lazos económicos, sociales, históricos, etc., entre nuestro pueblo y el resto de los pueblos oprimidos por el Estado español.
¿Una III República no sería tan burguesa e imperialista como la francesa o la italiana? La República sería un avance meramente simbólico pero carente de contenido real en cuanto a sus consecuencias para la clase obrera y el resto de clases explotadas y oprimidas .
El capital monopolista español puede prescindir de la monarquía si sus intereses así lo requieren, y maniobrar hacia un escenario republicano porque sabe que esto no altera su posición de clase y que podrá seguir explotando a la clase obrera lleve el jefe del estado corona o no. Los explotados y oprimidos debemos luchar por la Revolución Socialista y el Comunismo. No estamos en 1848 sino en la Europa y en el mundo del capital monopolista, del Imperialismo en una fase hiperdesarrollada, donde se han creado contradicciones económicas, políticas y ecológicas de gigantescas proporciones insolubles dentro de este sistema y, ante esta realidad muchas de las fuerzas de la llamada izquierda radical entre las que incluyo la mayoría de las que se autodenominan comunistas ponen su énfasis en ofrecernos un modelo republicano.
La democracia burguesa por más republicana que ésta pueda ser, nada puede ofrecer para resolver los problemas de las masas populares o la devastación del planeta que nos sustenta; el dilema no está en elegir entre monarquía o República, ni siquiera, como algunos a buen seguro estarán ya pensando en responder, a modo de paso táctico, si no entre capitalismo-imperialismo o Socialismo; hay que insistir no estamos ni en 1830, ni en 1848, ni siquiera en 1931. Basta ya de mitificar la II República española, reconozcamos que fue un cierto avance con respecto a lo que había anteriormente, honremos a aquellos que heroicamente se batieron contra el fascismo y la reacción, a los asesinados, a los represaliados, pero reconozcamos que estuvo muy lejos de poder satisfacer las necesidades de las grandes masas oprimidas y explotadas, ni fue el instrumento adecuado para avanzar hacia el Socialismo y el Comunismo.
Los comunistas debemos esforzarnos en desarrollar las condiciones subjetivas de la Revolución, es decir la consciencia revolucionaria, los factores ideológico-organizativos que hagan posibles nuevas victorias del proletariado en un nuevo ciclo revolucionario internacional. Las condiciones objetivas están presentes y lo seguirán estando en el futuro, no sólo en el Tercer Mundo, si no también en Europa, EE.UU. y en los demás estados imperialistas .
El ejemplo que vemos estos días, de explosión espontánea de justa ira popular en Grecia, con un Pueblo Trabajador cansado de explotación, desempleo, precariedad, asesinatos y violencia policiales, corrupción y mentiras, etc., nos muestra en primer lugar la esencia misma del sistema pero también los límites de orden ideológico y organizativo que afectan al proletariado internacional.Euskal Herria marco nacional autónomo de la lucha de clases: Independentzia ta Sozialismoa.Si queremos aprender algo de nuestras experiencias históricas de clase, recordemos también que la II República española no abordó de un modo revolucionario la cuestión de las colonias y de las naciones oprimidas. Así, manteniendo su política colonial sobre Marruecos facilitó la consolidación de una tendencia imperialista fascista en el ejército español y en la oligarquía española que fue decisiva para lanzar el golpe y la ofensiva contra las organizaciones de la clase obrera y del campesinado pobre y contra la propia República.
Hoy el estado español redobla sus esfuerzos para imponer su dominio sobre Hego Euskal Herria, -que no es una colonia pero si una nación oprimida por dos estados capitalistas-imperialistas-, y los obsesivos esfuerzos de la burguesía monopolista española (con sus aliados en la burguesía vasca) por aplastar al amplio movimiento de izquierda abertzale e independentista, no hacen si no reforzar todas las tendencias políticas y sociales más reaccionarias especialmente fuera de Euskal Herria. Las dosis ingentes de chovinismo granespañol, disimulado o no, que a todas horas se intenta inocular desde los aparatos de la burguesía monopolista tienen un claro efecto deformante y adormecedor sobre la conciencia de clase de la mayoría de los trabajadores del estado español.
Luchar por el Socialismo en el estado español conlleva forzosamente defender con firmeza el Derecho de Autodeterminación de los Pueblos, sin ningún tipo de excusa para no hacerlo así y, entender que existen marcos autónomos de lucha de clases que se corresponden con las diferentes naciones existentes en el estado español, y que esta realidad tiene su consecuente reflejo en cuanto a las expresiones organizativas del Pueblo Trabajador y de la clase obrera en particular.
Especial importancia tiene esta cuestión cuando los comunistas nos referimos al ámbito territorial de la organización del Partido. Es sin prejuicios estériles, ni otros dogmáticos apriorismos revestidos de supuesto “internacionalismo” o según sea el caso de “cosmopolitismo”, como podemos luchar más eficazmente contra el aparato de poder y explotación de la burguesía monopolista cuya materialización efectiva toma forma en estado capitalista imperialista español.¿Qué tiene de malo romper España? Nada, absolutamente nada, es más tiene mucho de bueno si esta ruptura es fruto de luchas de Liberación Nacional encabezadas por la clase obrera y con un contenido socialista. Debilitar el estado imperialista español debe ser el objetivo de cualquiera que afirme defender el Socialismo y/o el Comunismo. Se trata de aprovechar las debilidades objetivas de los imperialistas para destruir su aparato de dominación de clase (en el caso que nos ocupa también de opresión nacional) y, a estas alturas queda fuera de dudas que el eslabón más débil del estado es Hego Euskal Herria .En este sentido, uno de los problemas con que se encuentran los estados capitalistas europeos (y el estado español de manera particularmente aguda) en su intento de hacer de la UE una potencia imperialista consolidada, es el de la organización territorial. No obstante, es cierto que la existencia de naciones diferentes dentro de una misma estructura estatal no tiene por que implicar que siempre la mejor opción pase necesariamente por constituirse cada una de ellas en estado independiente. Por ejemplo, durante las dos últimas décadas en Europa oriental han surgido estados que responden a otro tipo de procesos con claves muy diferentes al que aquí se está tratando, que desde una perspectiva revolucionaria de clase son como poco discutibles y cuyos resultados tienen poco o nada de liberadores. En general los análisis que se han hecho de estos procesos carecen de un enfoque dialéctico materialista e incurren en la consideración dogmática y unilateral de sus causas, tanto por parte de aquellos que han defendido la unidad a toda costa de los estados revisionistas, como de aquellos que invariablemente muestran su entusiasmo ante cualquier bandera independentista anteponiéndolo a todo el resto de necesarias consideraciones. No es el objetivo de este artículo desarrollar el análisis sobre esa importante cuestión, pero sí indicar que los movimientos nacionales tienen una base material, y que estos y sus objetivos están siempre dialécticamente atravesados por el contexto que genera la lucha de clases y forman parte indisoluble de ésta.
Volviendo a Euskal Herria y a las circunstancias que envuelven nuestra lucha de liberación nacional y social, tampoco tendría nada de malo que en un futuro el ejercicio de Autodeterminación tuviera como resultado en un momento dado la decisión de compartir un mismo Estado Socialista entre Euskal Herria y otros pueblos. Esta posible decisión, bajo ésas condiciones sería una decisión libre y consciente tomada por los distintos pueblos, alejada de cualquier intención de dominio de una nación sobre otra y, fundamentada en objetivos revolucionarios cualitativamente opuestos a aquellos que en las sociedades de clases, basadas en la explotación y en la fuerza bruta al servicio de ésta dan origen a la opresión de unas naciones sobre otras.
El comunismo revolucionario vasco viene defendiendo la constitución de un Estado Socialista Vasco independiente. Planteamientos más unitaristas podrían quizás haber encontrado su lugar en el pasado, pero principalmente la actitud que las organizaciones comunistas y obreras de ámbito estatal español, casi sin excepción, han mantenido en cuanto a la Cuestión Nacional, más cercanas a “su” burguesía de gran nación que a entender y respetar las características nacionales del pueblo vasco y su lucha, ha hecho que en la actualidad y desde hace largo tiempo ya, sea poco realista y poco eficaz plantear y organizar la lucha de clases en base a planteamientos estatales españoles, ya que esto supone retardar cuando no ignorar luchas con contenidos y expresiones de carácter anticapitalista-imperialista ya iniciadas, en supuesto beneficio de otras que están en niveles de desarrollo visiblemente menor o que incluso aún no se han iniciado.
La confluencia y la unidad en la lucha del proletariado internacional son sin duda muy necesarias y deben buscar constantemente ámbitos y estructuras organizativas comunes, pero éstas no pasan necesariamente siempre por militar en estructuras organizativas de ámbito estatal, ya que esto supone en bastantes ocasiones plantear una mal entendida “unidad” de la clase obrera desde la abstracción dogmática, al margen y escindida de las condiciones reales concretas de existencia de las colectividades humanas y de la lucha de clases inherente a ellas: factores económicos, políticos, culturales (psicológicos, idioma…) ,históricas, etc. Este tipo de“unidad” en nada sirve para fortalecer la lucha por el Socialismo, si no que al contrario sirven para obstaculizar el desarrollo de ésta, y de hecho éste problema no sólo forma parte del pasado si no que se encuentra aún sin ser resuelto. Es necesario superar esa separación metafísica entre conciencia de clase y conciencia nacional. Si, desde un punto de vista marxista, consideramos a la nación como un fenómeno histórico y material, como un conjunto de condiciones de producción, también debemos considerar que la conciencia nacional es un componente indisoluble de la conciencia de clase, y no algo distinto y ajeno a ella. Creemos que en las organizaciones de ámbito estatal que afirman ser comunistas ésta cuestión está siendo incorrectamente analizada, lo mismo que falta una autocrítica seria al respecto sobre los planteamientos defendidos y consecuentemente de los resultados prácticos a que han dado lugar en los últimos treinta o cuarenta últimos años. Por razones como las expuestas, el comunismo revolucionario vasco considera que su mejor aportación para nuestro Pueblo y para impulsar la Revolución Proletaria Mundial requiere organizar el Partido Comunista de Euskal Herria. Podemos recordar la esclarecedora respuesta que dio Lenin al trotskista ucraniano Piatakov que afirmaba que el Derecho de Autodeterminación era un “lema burgués”: “Nos dicen que Rusia será divida, que se deshará en repúblicas separadas, pero no hay razón para que ello nos asuste. Por muchas repúblicas independientes que haya, no nos asustaremos; lo que es importante para nosotros no es por donde pase la frontera del Estado, sino que la unión de los trabajadores de todas las naciones se conserve para la lucha contra la burguesía de cualquier nación”. Si como nos enseñó Lenin lo fundamental es que la clase obrera esté unida en sus objetivos revolucionarios, ¿por que empeñarse en la desgastada idea de que el único marco válido para la lucha de clases tiene que ajustarse obligatoriamente al de los estados capitalistas existentes, manteniendo estrategias que tan poco éxito han tenido?
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