viernes, 13 de marzo de 2009

LA CUESTIÓN PALESTINA

presión de los grandes señores feudales por apropiarse de las tierras comunales, es de larga data. Las tierras de Palestina habían sido trabajadas ancestralmente por beduinos y fellahim (campesinos). Con el surgimiento de la diferenciación de los jefes tribales de la colectividad, comienza a desarrollarse la apropiación individual de la tierra, es decir, detrás de formas aparentemente colectivas o igualitarias se esconden formas de apropiación individual. El jefe tribal cobraba rentas, concentraba tierras, entre otros beneficios.

Las tierras comunales siguieron coexistiendo con la acumulación y concentración terratenientes. Dichas contradicciones para fines del siglo XIX desencadenaron un permanente proceso de descomposición y desmembramiento de tierras comunales a manos de terratenientes y grandes funcionarios del antiguo Imperio Otomano. La presión ejercida sobre el campesinado pobre o Fellahim, en los hechos, posibilitó la concentración creciente de tierras.

Para poder expropiar las tierras se impuso el principio de propiedad privada sobre el de uso de ésta, para lo cual se abolió la costumbre como fundamento legal para la explotación de la tierra. Antes simplemente se heredaba la tierra por el simple hecho de vivir allí; luego las autoridades de la época otomana -y más tarde el Imperio Británico- obligaron el registro individual de las tierras comunales. Estas se inscribían como tierras de los jefes de familia -“jefes tribales”-, lo que implicó la separación o parcelación de tierras. Después se sumaron cargas feudales, rentas y préstamos usureros que imponían los poderosos (terratenientes o grandes mercaderes), o sea, se aplicaron métodos de coacción extraeconómicas para oprimir al siervo. Esto generó grandes deudas entre los campesinos, los que se vieron forzados a vender dichas tierras a los mismos usureros o terratenientes.

Más tarde, la concentración feudal de las tierras comenzó a coexistir con transformaciones promovidas por las potencias europeas en zonas específicas de Palestina. Con esto se dio lugar a la paulatina incorporación de nuevas relaciones de producción causadas por la llegada de la economía capitalista europea.

La incorporación de algunas zonas de Palestina, especialmente puertos, en el mercado global, fue facilitada por las casas comerciales europeas. Dicho proceso generó cambios en la agricultura y en los puertos. Así, por ejemplo: Jaffa, Haifa y Acre se convirtieron en puertas de entrada comercial para las exportaciones de trigo, cebada, sésamo, aceite de oliva, jabón, naranjas, etc., a países como Francia, Egipto, Gran Bretaña, Siria, Asia Menor, Grecia, Malta, entre otros. Es decir, en un momento en Palestina, coexistieron dos tipos de relaciones de producción; uno dominante de carácter feudal con uno embrionario, pero creciente, el capitalista. Por lo tanto, ya empezaba a perfilarse una sociedad semifeudal.

Desde fines del siglo XIX la propiedad colectiva o tierra comunal paulatinamente se convirtió en un obstáculo a las transformaciones capitalistas. Es por esto, que desde 1920 los derechos de propiedad colectiva empezaron a pasar a particulares, bajo presión de las autoridades de la época. Dichas medidas posibilitaron la venta de la tierra o su privatización. La nueva propiedad del suelo, implicó la desmembración de las tierras comunales, y la paulatina concentración de las mismas. La propiedad colectiva terminó en gran medida en manos de los efendis (grandes propietarios terratenientes). Este era el panorama de fines del siglo XIX.

En Europa en forma paralela comenzó a surgir un fenómeno nuevo -el sionismo- como consecuencia de la persecución o tendencias antisemitas especialmente promovidas desde Francia y Rusia. El sionismo, al alero de grandes magnates y filántropos, bregaba por establecer un Estado judío. Por razones religiosas, pero especialmente por las promesas del mandato británico y la debilidad Palestina a falta de un Estado, se generaron las condiciones para el asentamiento paulatino y ascendente de pioneros judíos en la región.

Los judíos compraron tierras a los grandes terratenientes palestinos, quienes a su vez las vendían a un alto precio, debido a la inflación que generó la búsqueda de tierras. Desde 1914 los asentamientos pioneros se conformaron, en cooperativas. Dichas cooperativas permitieron: el mejoramiento de la raza ganadera, el secado de pantanos, la utilización de la química y de tecnologías (tractores), la incorporación de nuevas variedades en la siembra, y el asesoramiento de técnicos especialistas. Aunque pocas eran las tierras en manos de los judíos, fueron las más productivas y competitivas. Esto les permitió el desplazamiento del pequeño agricultor palestino, quien dado el gran peso de las cargas e impuestos, no poseía excedentes que le permitiera invertir en la tierra, su producción no se desarrolló y se mantuvo estancada.

La mayor y mejor producción judía, la protección de la tierra y la presión por adquirir nuevas tierras terminaron por arruinar a gran parte del campesinado palestino, este último no podía competir con los capitales judíos.

Además, los judíos comenzaron a invertir en zonas estratégicas: El Valle de Marj Ibn Amir que comunica Haifa con la ribera del río Jordán; zona estratégica no sólo por su producción, sino por que esta compra de tierra permitió dividir Palestina y controlar las comunicaciones con Jaifa aislando a Palestina. Se compraron 18.000 hectáreas que amparaban 20 pueblos correspondientes a 4.000 campesinos.

Compraron Wadi Hawarith, llanura de la costa. Además, regiones ricas en aguas, aptas para la agricultura como: el valle de Hulah, la llanura entre Acre y Jaifa, parte del lago Tiberiades, y Ghor Beisan.

Mientras las clases dominantes terratenientes palestinas se beneficiaban con las ventas, las mejores tierras y las zonas de regadío destinadas al mercado fueron apropiadas por el futuro Estado de Israel. Estas compras de tierras se vieron facilitadas por la conformación de un Fondo Nacional Judío creado en 1901, el que fijaba una cuota entre judíos para estos efectos. Así por ejemplo, para 1920 existían 22.363 dunams (cada dunams equivale a 1000 metros cuadrados) en los ’30 aumentaron a 238.627, en 1948 aumentaron a 936.000 dunams y representaban el 54% de propiedad judía o del Fondo Nacional Judío, en estos dunams se establecieron el 85% de los colonos; el resto de tierra estaba en manos privadas.

A la adquisición de tierras producto de la venta de terratenientes palestinos o la ruina de pequeños campesinos se sumaron medidas que evitaban la compra de tierras por parte de palestinos. El palestino no tenía permitido la compra de tierras lo que confirma la finalidad política con la que se adquirieron las mismas.Después de los ’30 se incrementó aceleradamente la población judía en Palestina producto del ascenso del Nacional Socialismo y del cierre de fronteras en Europa y EE.UU. Como consecuencia se aceleró el proceso de desposesión del campesinado palestino: a mayor inmigración en las ciudades se genera mayor demanda y competencia entre productores.

1948 la creación del Estado de Israel y el desalojo por la fuerza de los antiguos propietarios de la tierra.

A partir de la creación del Estado de Israel, la clase dominante adquirió un aparato burocrático - militar que facilitó el efectivo desalojo de la población palestina. Antes esta labor estaba a cargo de los mismos terratenientes palestinos, posteriormente el nuevo instrumento de violencia desató una de las persecuciones más brutales que conoce la historia del Medio Oriente: entre 1947 - 1948 por medio del terror, el saqueo y la masacre se desalojaron 800.000 palestinos, entre campesinos y población en general. Se conquistó un país y su contenido. Algunas cifras hablan de: 45.000 viviendas, 7.000 locales comerciales, 500 talleres y fábricas industriales, 1500 almacenes, utensilios de campo, maquinarias como bombas de agua, tractores, cosechas, animales de granja, depósitos bancarios, tierras y agua. Todo fue confiscado. Para legitimar la adquisición del botín se promulgó la denominada “ley del ausente”, que señalaba que Israel pasaba a constituirse en dueño de aquellas propiedades debido a la ausencia de su propietario. Situación absurda dado que los propietarios no podían estar presentes por que fueron expulsados o asesinados por paramilitares israelíes.

La gran cantidad de población expulsada se convirtió en refugiados, vivieron en campamentos albergados en Jordania, Siria, Egipto, Gaza o Cisjordania y allí se transformaron en un semiproletariado dependiente de los programas de ayuda de la comunidad internacional.
Las sucesivas guerras “defensivas” ofensivas de Israel, las del 1949, del 63, 67, del 73, y por último del año 2000 consolidaron la adquisición de nuevos territorios y su explotación. Establecieron puestos de avanzada con nuevas poblaciones pioneras, lo que contraviene los acuerdos de Ginebra (donde se señala que ninguna zona ocupada por la fuerza o guerra puede urbanizarse para beneficio de la nación ocupante).
En síntesis

Las primeras tierras judías en Palestina fueron compradas a terratenientes, luego la competencia y la ruina de pequeños campesinos permitirían ampliar el territorio israelí.
Las antiguas tierras del Estado arrebatadas a los fellahim y beduinos, se convertirían bajo el mandato británico en una reserva de suelo para los asentamientos sionistas, al igual que las tierras marginales y comunales.

Las nuevas relaciones de producción impulsadas por Israel en el agro trajeron por consecuencias: una ruptura del antiguo orden feudal, la ruina de pequeños campesinos en donde cada trabajador debía laborar en distintas zonas, dejando de ser campesinos y transformándose en jornaleros o peones. Además, los grandes desplazamientos de poblaciones también afectaron el antiguo orden. Todo esto generó conflictos y rebeliones árabes, un ejemplo de ellos fueron las ocurridas entre 1936 - 1939.

Los palestinos perdieron los derechos de uso de aguas del río Jordán, principal fuente agua de superficie. Como alternativa se abastecían de napas subterráneas -controladas por las clases dominantes Israelíes-. Sólo se les permitió excavar pozos poco profundos, en contraste con los pozos profundos que el sector israelí sí podía cavar.

Además, la construcción del muro afectó también el abastecimiento de agua para los palestinos, ya que muchos pozos quedaron fuera de su alcance. Esta situación ha generado graves efectos en la producción agrícola. Muchos campesinos se han visto obligados a abandonar sus campos, las provincias de Belén, Jenin, Nablus, Qalqilya, Ramala y Tulkarem, constituyen un ejemplo de estas consecuencias.

El mercado palestino es asfixiado, mientras la agro-exportación israelí es potenciada en una relación de 7 a 1 en cuanto al acceso o abastecimiento de agua, mejores tierras, vías de transportes expeditos y tecnología incorporada a la tierra. El proceso de concentración de tierras, de derechos de aguas, control del sistema de regadío, comunicaciones y mercado facilitó la acumulación monopólica de la propiedad de la tierra por parte de la burguesía compradora israelí, esto en detrimento del campesinado palestino y de la propia población pobre israelí.
Como se ve, el mito de la “tierra yerma y deshabitada” difundido por el sionismo no es aplicable a las tierras palestinas, si así fuera no se entendería la constante pugna por dichas tierras y las fuentes de agua. Todo para beneficio hasta el momento de las clases dominantes de Israel.

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